sábado, septiembre 08, 2007

Dime cómo hueles...

Dicen que cuando nos falla un sentido se nos agudiza otro... en mi caso se podría decir que existe una correlación bastante directa entre el sentido de la vista y el del olfato. Y es que alguna compensación tenía que tener por ser medio topo.
Muchas de mis decisiones sobre aspectos cotidianos de la vida dependen de la impresión olfativa que me dan. Y esto incluye personas. Especialmente. Pero eso más adelante.

Me encanta ir a la sección de higiene del supermercado y perderme en el pasillo de los champús, abriéndolos todos y metiendo la nariz ante la fastidiada mirada de las dependientas.
Para mí cada ciudad tiene un olor distinto, no es para nada el mismo el que tienen París, Londres o Barcelona. Para mi París huele a queso rancio y crepe, Londres a "fish&chips" y aceite refrito y Barcelona a pescado ahumado o mejillones, depende de por donde sople el viento.

Las personas también tienen un olor característico. Y no me refiero a la colonia con la que se bañan, sino a ese aroma que emana de la misma piel. Tampoco estoy hablando de los sudores y efluvios corporales, que obviamente no me gustan como a la mayoría de la gente. Precisamente, soy bastante sensible a estos olores, por ejemplo en el metro. He llegado a vomitar por su culpa.
Me refiero a ese sutil olor impregnado en la piel del otro. Ese olor no es bueno ni malo, simplemente cada uno tiene el suyo propio. La esencia.

De hecho, esta "manía" por los olores no responde más que a un arraigado instinto animal. Y si no no hay más que mirar a como se saludan un par de perros cuando se ven. Lo primero que hacen es olerse el culo. Por suerte nosotros no tenemos esas costumbres (aunque tengamos otras mucho peores).

En conclusión, la vida es un conjunto de aromas, pestes y fragancias que se unen, se juntan y se remezclan, para dar varios resultados. Si hay suerte uno puede aspirar a encontrar la combinación perfecta. O casi.

2 comentarios:

Lara dijo...

Y la de recuerdos que puede traer un simple olor ;)
Besos.

Cereza dijo...

Exacto. La memoria de los olores es poderosa, te puede hacer recordar cosas que ni sabías que tenías almacenadas...