The Best Is Always Left Unsaid
¿Por qué tenemos la manía de dejarnos lo mejor para el final?
En una comida, lo mejor es siempre el postre (en todas sus múltiples variantes),
En una verbena, lo mejor es la traca final,
En una carrera, lo mejor es el viaje de fin de curso,
En un trabajo, lo mejor es la cena de final de temporada donde se emborracha el jefe,
En una mala cita, lo mejor siempre es la despedida,
En una buena cita, lo mejor es la despedida porque puede ser dulce...
Aunque en realidad, yo soy mala malísima en las despedidas. Me cuestan una barbaridad y suelo hacerlo o bien de manera abrupta, o bien dejando en el aire cosas que me gustaría haber dicho. Por eso no soy nada partícipe del "adiós", sino más bien del "hasta luego". Sin embargo, tengo que reconocer que sí que hay personas que merecen un adiós e incluso un "hasta nunca". El "que vaya bien" también me jode un poco, más que nada porque depende como se entone, puede sonar a "que te den por el ajo". Claro que todo esto depende siempre del contexto y de la persona, así que tampoco es justo generalizar.
Me he ido de madre, y lo que quería decir es: que las mejores cosas son las que siempre quedan en el tintero. Pensad en todas las cosas que os gustaría haber confesado en la última conversación que tuvisteis con vuestro mejor amigo, con vuestra madre, con vuestra pareja, con vuestra amante y confidente, con vuestra compañero de trabajo, con esa persona que apreciais tanto por un sinfín de razones. No dejemos lo mejor para el final, intentemos que empiece siendo bueno y que, si es posible, acabe siendo mejor. No escatimemos carburante, porque no se sabe qué carretera conduciremos mañana.
(He vuelto a hacer lo mismo y he dejado lo mejor para el final: las fresas con nata)
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