miércoles, enero 25, 2006

Selfishness

Hoy me gustaría hacer una "pequeña" reflexión sobre el egoísmo, a parte de comentar que sois unos rancios (palabra muy utilizada por ciertas personas, según tengo entendido, aunque opino que según quien la pronuncie tiene connotaciones distintas) porque, sinceramente, el número de visitas no me cuadra con la cantidad de comentarios. Así que a ver si os animáis y perdéis el miedo, hombre, que todavía no me he comido a nadie (y menos virtualmente). Aunque todo llegará. (Por cierto, gracias a todos los que me habéis comentado y también a los que me comentaréis).


Bueno, a lo que iba. El egoísmo. Partamos de la base de que todos los seres humanos somos egoístas por natu
raleza. Afortunadamente. De otra manera, careceríamos de los recursos necesarios para garantizar nuestra supervivencia. Sin embargo, esta supervivencia no nos viene dada únicamente por "nuestros" esfuerzos, sino también por lo que los "elementos" humanos de nuestro entorno nos aportan. De este modo, en nuestras vidas intentamos compatibilizar y complementar lo que llamaríamos el egoísmo del yo con el egoísmo del yo que nos rodea. Porque no nos engañemos, nos relacionamos con los demás en beneficio propio; ya sea por tener una buena amistad, para recibir amor, cariño o placer, etc.
Sin emb
argo, de esta simbiosis nace lo que yo he denominado "egoísmo recíproco". Es decir, quiero "darte" porque me aportas algo como persona. Todo lo que hacemos tiene un efecto o consecuencia en nosotros mismos. Hay gente, sin embargo, que tiende a mezclar las dos clases de egoísmo. No es capaz de mantener una parcela cercada en su yo, que es el que procura la felicidad interna. Es precisamente esta felicidad interna la que después nos permite relacionarnos con los demás de manera aceptable. Si no controlamos esto, invadiremos las parcelas de los demás con nuestro "yo" y entonces ahí es donde empiezan los problemas. Se confundirá amistad, amor o cualquier otro sentimiento y todos los ámbitos se verán inevitablemente inundados y ahogados con demandas, sin ser consecuentes con sus acciones.

Cuidado en este aspecto. En lo que a mí respecta, una vez me han traspasado mi terreno más de una vez, mi luz roja empieza a encenderse de manera inevitable y casi irreversible. No sería la primera vez que he cortado filas con alguien porque me ha demostrado q
ue, pese a su aparente solicitud, en el fondo lo que hace es moldearte a su interés. Y no digo yo, ¿no es mejor dejar las cosas claras? Decir bien claro lo que se quiere y lo que se piensa, y no inmiscuir a os demás en ello. Llevar a cabo tus decisiones sin embargar a tu gente en ello.

Y sobre todo, ser capaz de abrir tu corazón y mente para escuchar a los demás. En general a la gente le cuesta el hábito de escuchar. Normalmente mientras les explicas tus problemas ellos/as están pensando en la lista de la compra o en algo qparecido que les pasó, por lo cual dejas de hablar de tu problema para que el/ella hable del suyo. Cada cual a su turno. Ante esta situación, una de dos: O les respetas, o dices, curt i ras, que no tienes nada que decir sobre el tema, y así no se sigue creando una burbuja de complicidad aparente que se hunde al mínimo choque con la realidad.


Sé que no he conseguido explicarme muy bien; es un tema muy complejo y cada uno tendrá sus puntos de vista, delo cual me alegro, pero creo que cada cual ya conoce muy bien sus defectos y virtudes. Yo la primera, por supuesto. Aunque para eso se requiere haber pasado un tiempo con nosotros mismos, en vez de preocuparnos de la vida de los demás para al final acabar hablando de la nuestra.

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