Demasiado subnormal suelto

Estoy desarrollando una cierta aversión contra la especie humana. Parece ser que los sábados por la noche los lobos salen de sus cavernas y "aquí no hay quien viva". Nada más pisar la calle puede pasar un coche repleto de taraos con la inscripción "nos vamos a matar en la primera esquina" escrito en el parachoques. Curiosamente, todos lo ven menos ellos. A mí que más me da sino aprecian la vida. Pero... ¿por qué tengo que aguantar expresiones como "te voy a comer el chocho"?¿por qué no puedo llevar una escopeta calibre 38 para hacer un favor a la humanidad?

Pasada esta fase, y si has tenido suerte de llegar hasta la entrada de la discoteca sin más incidentes, pagas un riñón por estar aplastada en un sitio con tíos babosos y pedorras borrachas. ¿Has pagado para que un tío se te tire encima desde el podium y casi te lesione el codo? ¿Has pagado para que una jodida borracha se te caiga encima y encima intente quemarte? ¿Soy culpable si casi le reviento la cara? Creo que no.

Pero esto no es todo. No no, que ahora viene lo mejor. Te despiertas por la mañana y al ir a comprar esas cosas que se compran los domingos compruebas las bajas después de la tormenta. Botellas rotas por todas partes, con sus vidrios bien puestitos en el suelo para que tu perro se los clave en las patitas, vomitados por todas partes, de meadas ya ni te hablo, y suerte si no queda algún rezagado con cara de ameba apoltronado en el hueco del párquing.

¡Pero lo mejor! Lo mejor es que, según llego a mi casa, veo un palo, un jodido palo, metido en el retrovisor de uno de esos cucarachas o escarabajos (siempre confundo la palabra), vecino mío. No he tenido que pensar mucho más para correr hasta mi coche y ver que también me habían levantado el mío. NO habían quitado el del Ford viejito de delante ni el Renault cascarrioso de al lado, ni otro cualquiera. No, sólo nos habían reventado el cristal al coche-insecto y a mí. PUTOS VÁNDALOS ENVIDIOSOS DE MIERDA. Ésto confirma mi intolerancia y mi mala ostia cuando salgo. Si conocéis a alguien que haga estas cosas, presentádmelo, porque al menos me quedaré más a gusto habiéndole partido las piernas a alguien de esta calaña. También me gustaría romperle la boca para ver cómo sienta eso de que te estropeen algo querido. Aunque claro, a esta gente, la boca no les sirve para nada, salvo para decir subnormalidades y otras cosas que ahora no quiero enumerar porque estoy demasiado cabreada.

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Y encima tengo dos cojos en casa; mi hermana y mi perro. Si ya lo dicen, ya, que las desgracias nunca vienen solas...