Barbies de braga floja y pluma sospechosa
Es realmente denigrante que una de las formas de seguir engrosando las cuentas corrientes de las llamadas "celebridades" o celebs sean las autobiografías. Que una estrella de la canción, del celuloide o de lo que se os ocurra narre sus vivencias al cabo de unos ajetreados años, pase. Pero que una tipa que nadie conoce nada más que por haber aparecido en un reality y haberse abierto de piernas ante un par o tres de magnates -no voy a dar nombres, que luego me cae la del pulpo-, tenga la desfachatez de publicar una autobiografía ¡a los 25 años! y encima tener la caradura de decir "voy a escribir una autobiografía cada dos años, ya que siempre me está sucediendo algo" tiene mucho delito. No sólo el hecho de que la saque, si no también la desfachatez de decir que lo "escribe" ella, cuando la chiquilla en cuestión no pudo ni acabar el bachillerato (y no me quiero poner odiosa en este aspecto, pero joder, un poquito de por favor).
Sin embargo, lo más triste no es que ellas traten de hacer esto, sino que les dejan hacerlo, y muchas veces, incluso les animan a ello. Es como el ratoncito que entra en la rueda y no deja de dar vueltas. En cuanto se para, pierde el sentido de lo que estaba haciendo. En cuanto a estas mozas les dejen de pagar al peso la silicona, van a ir directas al cajón de los desechos.
Qué pena me da.
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