martes, mayo 23, 2006

Impresiones

Las conversaciones que se entreoyen en el gimnasio suelen ser muy interesantes y constructivas. Hoy, por ejemplo, un trío de mujeres más entraditas en carnes que en edad ha conseguido que me dieran ganas de vomitar al oír la palabra "marido". Y no porque el simple efluvio de esta palabra me repela, sino porque la han repetido tantas veces que la han gastado. Que si mi maridito por aquí, mi maridito por allá, mi marido esto, mi marido lo otro. Y luego; porque yo, desde que estoy casada... y cuando me casé... en mi boda... y vuelta con el marido. Vaya, que las mujeres no eran nadie si no nombraban al marido o a la boda cinco veces en la misma frase. Parecía una competición, equiparable a esa que se llevan las viejitas con las enfermedades; a ver cuál tiene más.

Pues eso, que me ha entrado tal ataque de empalagamiento que al final no he podido evitar mirarlas con cara de asco y -como ya sabéis los que me conocéis- no me caracterizo precisamente por la discreción, creo que me he granjeado tres enemigas más, jajaja. Pero que queréis que os diga. Este tipo de jerna mejor tenerla lejos. A ver si se me va a pegar algo.

2 comentarios:

Cereza dijo...

Sí, es cierto, lo reconozco, ya le había echado el ojo a uno de los maridos grasientos, de mirada sucia y axilas todavía más sucias... si tuviera un ojo de cristal vaya que si se lo echaba, pero a dar juas juaas

Cereza dijo...

Jooo... ¿tanto se me nota? ;P