Las apariencias ¿engañan?
No siempre somos lo que parecemos, y pocas veces parecemos lo que realmente somos. A simple vista, uno se puede formar una concepción predeterminada de otra persona. De hecho, lo hacemos constantemente. Creamos una imagen mental que pocas veces coincide con la realidad. La realidad consiguiente muchas veces es decepcionante, aunque también puede ser todo lo contrario (en los mejores casos).
Luego están las impresiones. De naturaleza totalmente intituitiva, se ha demostrado en varias ocasiones que, a la larga, es a veces el más fiable. Me estoy refieriendo a la primera impresión que nos causa una persona en la primerísima toma de contacto, un paso más allá del "a simple vista". Existe un breve período de tiempo en el que sentimos si conectamos o no con el prójimo. Se podría definir como "química", si es que tal cosa existe. Fórmulas exactas, por desgracia, no existen, así que no busquemos la combinación perfecta.
La impresión no tiene nada que ver con el juicio. La impresión está directamente con las emociones, mientras que el juicio pertenece al terreno de la razón. A veces nos guía por mal camino la razón. No nos deja ver con clarividad a causa de los prejuicios y las experiencias ya acumuladas. Sin embargo, ahí está. Insisto en que a veces le hacemos demasiado caso.
En conclusión; no hay conclusión. En el terreno de lo humano, no hay nadie que pueda sentenciar. Y si lo hace, probablemente se está precipitando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario